¿Para qué comenzar un proceso de acompañamiento?

¿Para qué comenzar un proceso de acompañamiento?

A veces necesitamos estabilizar nuestras emociones para poder comprender lo que nos ocurre y recuperar nuestro equilibrio. Entender que las respuestas que dimos en su momento fueron intentos de cuidarnos nos permite reunir el coraje para escuchar lo que nuestra voz interior quiere decirnos.

Puede que lleves tiempo nadando en la superficie, intentando mantenerte a flote.
Desde arriba, el mar puede parecer tranquilo… pero tú que estás ahí, sabes que bajo él, hay corrientes que te arrastran, remolinos que te cansan y tesoros que nunca has explorado.

La primera vez que te sumerges, el agua se siente fría y extraña.
Tu respiración es torpe, los oídos se tapan, no ves bien y todo parece demasiado nuevo.
Pero poco a poco, empiezas a adaptarte: aprendes a moverte despacio, a mirar alrededor, a descubrir que incluso las zonas oscuras esconden vida.

La terapia es como ese buceo.
Te invita a ir más allá de la superficie, a explorar los paisajes que llevas dentro:
los arrecifes llenos de colores, las zonas tranquilas donde todo se detiene, y también las profundidades donde hay silencio y misterio.

No siempre es fácil: algunas corrientes te empujan hacia atrás y a veces el agua se enturbia.

Pero, con el tiempo, aprendes a orientarte.

A reconocer cuándo quedarte en la calma y cuándo atravesar la tormenta. Hasta que un día, sin darte cuenta, te encuentras nadando con más libertad, con la certeza de que conoces tus aguas como nunca antes.

Y entiendes que el mar no ha cambiado… pero tú sí.

Para ello, puede ser valioso contar con alguien de confianza que te acompañe: una persona que sostenga tus sentimientos, te ayude a mirar lo que duele y te ofrezca un espacio seguro donde explorar tus experiencias.

Un acompañamiento así no huye de lo difícil, pero tampoco nos deja solos en el camino. Nos brinda un ancla y la presencia necesaria para que puedas crecer, integrar lo vivido y abrirte a nuevas formas de estar en el mundo.

Lo que más necesitamos es a veces un espacio seguro, sin juicios ni consejos, donde puedas hablar y ser escuchado/a de verdad.

Iniciar este proceso es un acto de cuidado: un tiempo para escucharte, nombrar lo que duele, y abrirte a lo que anhela salir.

Aquí, te ofrezco ese espacio. Con escucha, sensibilidad, respeto y presencia.

A veces,
es el dolor el que nos impulsa
y, a veces,
es la esperanza. Edith Eger

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Abrazos emocionales 💙